Arturo R. Pansza
A los niños, enfermos y ancianos, el Papa Francisco les dio su espacio al salir de la Nunciatura Apostólica. Fueron escasos cuatro minutos que sirvieron de aliento a los que estaban concentrados en el lugar desde temprana hora, en una mañana muy fría.
Dispuesto se mostró el jerarca de la Iglesia Católica para saludar, besar y darle la bendición a las personas a las que se acercó, momentos antes de trasladarse en vehículo descubierto al Palacio Nacional para cumplir con su cita con el Presidente Enrique Peña Nieto, previo recorrido por calles de la Ciudad de México, que le permitió a la gente verlo por segundos.
Fiesta en la Nunciatura
Una fiesta del pueblo católico mexicano se vivió afuera de la sede del Va
A su paso, entre cánticos religiosos y las tradicionales "Mañanitas", que se entonaron en repetidas ocasiones durante el día, el Sumo Pontífice recibió regalos y cartas de la gente, como una bufanda, una bolsa bordada y una flor.
Emotivos resultaron esos minutos que transcurrieron a partir de las 8:40 horas. Salió y de inmediato se bajó del papamóvil, con lo que volvió a romper con lo programado.
Abrazos de paz
Caminó para acercarse a la anciana que se le aproximaba y la abrazó, lo que originó el pronto disparo de cientos de cámaras y celulares para captar la imagen. Ese fue un abrazo muy sentido, como cuando hizo lo propio con un bebé y una persona discapacitada.
Se aprovechó al máximo el tiempo por parte del Papa Francisco y de aquellos que se dieron cita desde temprana hora en la Nunciatura y que no dejaban de ondear banderas del Vaticano y de México, así como de otros países, además de pañuelos y mascadas.
Las porras no se hicieron esperar, al igual que las consignas alusivas a él, mientras que Jorge Mario Bergoglio caminaba entre las personas para saludarlas y darles la bendición, tal y como lo hizo con los enfermos ahí presentes.
En punto de las 8:44 horas, se despidió el Santo Padre con la consigna de que muy pronto volvería a ver a sus seguidores, como sucedió en la tarde cuando regresó del centro de la Ciudad de México o en el momento en que salió con rumbo a la Basílica de Guadalupe, además de su retorno en la noche.
Tras escuchar los cánticos, consignas y porras, así como convivir con los ahí presentes, procedió a subirse al vehículo descubierto que lo condujo a Palacio Nacional por Avenida Insurgentes, Eje 8 Sur, Eje Central, José María Izazaga y 20 de Noviembre.
Desde antes de las cinco de la mañana hubo quienes llegaron a la Nunciatura, mientras que otros se quedaron a dormir, a fin de ver al Sumo Pontífice. "Valió la pena" fue el comentario generalizado tras tantas horas de espera en una mañana que empezó con cuatro grados centígrados
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