Pide el Papa a presos perdonar a la sociedad, que tantas veces los empujó a cometer errores

miércoles, 17 de febrero de 20160 comentarios

En su visita al CERESO Núm. 3, de Ciudad Juárez, los internos agradecieron al Santo Padre su visita; "¡Benditos sean los pies que vienen en el nombre de Dios!", dijo una interna a nombre de todos. 


Entre porras y muestras de cariño por parte de familiares de internos del Centro de Readaptación Social Núm. 3, de Ciudad Juárez, este miércoles 17 de febrero, alrededor de las 11:35 horas (tiempo de la Ciudad de México), el Papa Francisco, acompañado por un corrido norteño compuesto para él, ingresó a las instalaciones de esta prisión para visitar a los presos de ese lugar, así como a internos e internas de otros reclusorios que pudieron asistir a este acto, y dirigirles su mensaje de amor, esperanza y consuelo.
El Santo Padre fue recibido en el CERESO Núm. 3 por Jorge Enrique González, Fiscal  General del estado de Chihuahua; Ricardo Félix Rosas, Director de la prisión, y Josefina Silveyra Portillo, Directora del CERESO Femenil. Tras la bienvenida por parte de estos funcionarios, el Papa Francisco se dirigió a la capilla del recinto para orar ante la imagen de la Virgen de Guadalupe y donar un crucifijo de cristal.
  "Les agradezco su presencia y todo el bien que hacen aquí –dijo el Papa Francisco a los empleados–; hay mil maneras de servir que no se ven. Ustedes se encuentran siempre con mucha fragilidad, por eso he querido traer esta imagen de cristal, una material muy frágil. Cristo, con toda su fragilidad nos ha abierto las puertas de la esperanza. Con el amor a la Virgen, y contemplando la fragilidad de Cristo, espero que ustedes sepan sembrar semillas de esperanza y resurrección."
Posteriormente, a nombre del Responsable de la Pastoral Penitenciaria del Episcopado Mexicano, Mons. Andrés Vargas Peña –quien no pudo asistir a este acto por motivos de salud–, se dio lectura a su mensaje de bienvenida al Papa Francisco al CERESO Núm. 3: "Santo Padre, sea bienvenido a traer la alegría del Evangelio a estos espacios, que son un grito a la misericordia y la paz. Quiero transmitir el saludo de los sacerdotes, religiosas, religiosos y de todos los que cada semana hacen presente la esperanza del Evangelio con la celebración de la Santa Misa en los centros de readaptación. ¡Santo Padre, su palabra serán bálsamo para los presos!"
Acto seguido, la interna Evelia Quintana, a nombre de los presos y presas de México, dirigió un mensaje al Papa Francisco, en el que agradeció su visita a hombres y mujeres cuyas malas decisiones del pasado los llevaron a esos lugares de reclusión. "En este mundo gris, donde todos los días parecen ser iguales y uno no es dueño de su presente, nos alegramos por su visita. Nuestra situación nos genera desesperanza y tristeza; para nosotros no hay algo más hermoso que el contacto con nuestros seres queridos. No todo ha terminado aquí, sólo es una pausa en nuestras vidas. Cuando me dieron mi sentencia, alguien me dijo: 'no te preguntes porque estás aquí, sino para qué estás aquí'. Señor, dije yo, sólo déjame ver que tus planes son mejores que los míos. La visita que recibe un preso se convierte en alimento de fe y esperanza. Santo Padre, nos sentimos agradecidos con su presencia, su sencillez y humildad. ¡Benditos sean los pies que vienen en el nombre de Dios!"
Así, tras saludar a un grupo de presos distinguidos por su buena conducta –quienes le entregaron un báculo de madera tallado por internos del Reclusorio Federal de la entidad–, el Papa Francisco dio su mensaje de aliento a todos los reclusos, asegurando que los problemas no se resuelven aislando, apartando, encarcelando, sino concentrándonos en lo que realmente debiera ser nuestra preocupación: la vida de las personas que sufren a causa del círculo de la violencia. "La reinserción o rehabilitación comienza antes, comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social; es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las cales, en los hogares, en todos el espectro social. Un sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellos caminos que terminen lastimando y deteriorando el tejido social".
Posteriormente, el Santo Padre pidió a los internos no preguntarse "¿por qué?", sino "¿para qué?", como lo hizo Evelia Quintana, y que este "¿para qué?" los lleve adelante. Les dijo no haber venido a hablar como un catedrático, sino desde sus propias heridas y pecados, que el Señor quiso perdonar, consciente de que sin su gracia podría repetirlos. 
Finalmente, el Sumo Pontífice pidió a los internos ensanchar el corazón para poder perdonar a la sociedad, a esa sociedad que no supo ayudarlos y que tantas veces los empujó a cometer errores. 
De esta manera, el Santo Padre, acompañado por la canción Color de esperanza, del compositor Diego Torres, abandonó el CERESO Núm. 3, de Ciudad Juárez, entre sonrisas y lágrimas de los presos, quienes se apresuraban a acercarse a las vallas metálicas por donde el Santo Padre se dirigía a la salida, a fin de extenderle la mano y recibir su saludo y bendición.


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