El camino es una invitación para que tengan la fuerza de ir más allá de las dificultades, afrontar sacrificios y superar todo obstáculo en medio de la precariedad de trabajo y por otros efectos de la crisis económica, destaca el Obispo de Roma
ROMA, Italia, 6 de abril (OEM-EFE).- Benedicto XVI presidió hoy Viernes Santo en el Coliseo de Roma el Viacrucis, en el que dijo que la cruz ha cambiado la Humanidad y tuvo palabras de aliento para las familias, "que en este tiempo -afirmó- sufren, además de incomprensiones, la precariedad del trabajo y la crisis económica".
Ante varias decenas de miles de persona que acudieron al Coliseo romano para el sugestivo rito, el Pontífice manifestó que la experiencia del sufrimiento y de la cruz, marca a la Humanidad y a la familia.
"¡Cuántas veces el camino se hace fatigoso y difícil! Incomprensiones, divisiones, preocupaciones por el futuro de los hijos, enfermedades, dificultades de diverso tipo. En nuestro tiempo, además, la situación de muchas familias se ve agravada por la precariedad del trabajo y por otros efectos negativos de la crisis económica", subrayó.
El Papa Ratzinger dijo que en esta noche de Viernes Santo, la Iglesia celebra con íntima devoción espiritual la memoria de la muerte en la cruz del Hijo de Dios y que en su cruz, "se ve el árbol de la vida, fecundo de una nueva esperanza".
El Obispo de Roma agregó que el camino del Viacrucis es una invitación para todos los hombres y especialmente para las familias, a contemplar a Cristo crucificado, "para tener la fuerza de ir más allá de las dificultades".
Benedicto XVI señaló que en la aflicción y la dificultad, no estamos solos, que la familia no está sola, ya que Jesús está presente con su amor, la sostiene con su gracia y le da la fuerza para seguir adelante, para afrontar los sacrificios y superar todo obstáculo.
El Papa Ratzinger invitó a los hombres a acudir a Dios "cuando las vicisitudes humanas y las dificultades amenazan con herir la unidad de nuestra vida y de la familia", señalando que el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, alienta a seguir adelante con esperanza.
El Pontífice señaló asimismo que en Cristo crucificado la muerte misma adquiere un nuevo significado y orientación, "es rescatada y vencida, es el paso hacia la nueva vida".
También dijo que la Resurrección de Cristo muestra el triunfo definitivo del amor, de la alegría, de la vida, sobre el mal, el sufrimiento, la muerte.
Como en años anteriores, Benedicto XVI presidió el rito de rodillas desde la colina del Palatino, frente al Coliseo.
El Viacrucis discurrió por el interior del Coliseo -el famoso anfiteatro Flavio, que recuerda los sufrimientos de los primeros cristianos-, continuó por delante del Arco de Trajano y concluyó en la colina del Palatino.
El cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, llevó la cruz en la primera estación. Un joven y una joven de la diócesis de Roma le acompañaron a cada lado con una antorcha.
Después el símbolo de los cristianos fue portado por dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa y de varias familias procedentes de Italia, Irlanda, Africa y América Latina.
Las meditaciones de las 14 estaciones fueron encargadas este año por el pontífice al matrimonio italiano formado por Danilo y Anna María Zanzucchi, de la agrupación Familias Nuevas, cercana al Movimiento de los Focolares.
En las mismas, el matrimonio denunció las traiciones de muchos cónyuges, el no respetar los compromisos adquiridos, las separaciones, divorcios y abortos.
"Sólo tú, Jesús, me puedes entender, me puedes dar ánimo, puedes darme la fuerza que me ayude a no juzgar a mi vez, a no sucumbir por amor de esas criaturas que me esperan en casa y para las cuales ahora soy el único apoyo", imploraron.
También subrayaron el papel de las madres, "siempre disponibles y presentes, de las que por desgracia a veces nos olvidamos, pero a la que siempre acudimos cuando la necesitamos", y el de los hijos, abogando para que sean educados en la sobriedad, el sacrificio y la renuncia.
El Viacrucis del Coliseo fue instaurado en 1741 por orden de Benedicto XIV. Tras decenas de años de olvido, en 1925 volvió a celebrarse y en 1964 Pablo VI acudió al anfiteatro para presidirlo. Desde entonces, todos los años acude el sucesor de Pedro.
Este Viernes Santo el Papa presidió también en el Vaticano la Pasión del Señor, durante la cual el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, aseguró que el paraíso prometido es "la paz de la conciencia, el mirarse al espejo sin tener que despreciarse".
ROMA, Italia, 6 de abril (OEM-EFE).- Benedicto XVI presidió hoy Viernes Santo en el Coliseo de Roma el Viacrucis, en el que dijo que la cruz ha cambiado la Humanidad y tuvo palabras de aliento para las familias, "que en este tiempo -afirmó- sufren, además de incomprensiones, la precariedad del trabajo y la crisis económica".
Ante varias decenas de miles de persona que acudieron al Coliseo romano para el sugestivo rito, el Pontífice manifestó que la experiencia del sufrimiento y de la cruz, marca a la Humanidad y a la familia.
"¡Cuántas veces el camino se hace fatigoso y difícil! Incomprensiones, divisiones, preocupaciones por el futuro de los hijos, enfermedades, dificultades de diverso tipo. En nuestro tiempo, además, la situación de muchas familias se ve agravada por la precariedad del trabajo y por otros efectos negativos de la crisis económica", subrayó.
El Papa Ratzinger dijo que en esta noche de Viernes Santo, la Iglesia celebra con íntima devoción espiritual la memoria de la muerte en la cruz del Hijo de Dios y que en su cruz, "se ve el árbol de la vida, fecundo de una nueva esperanza".
El Obispo de Roma agregó que el camino del Viacrucis es una invitación para todos los hombres y especialmente para las familias, a contemplar a Cristo crucificado, "para tener la fuerza de ir más allá de las dificultades".
Benedicto XVI señaló que en la aflicción y la dificultad, no estamos solos, que la familia no está sola, ya que Jesús está presente con su amor, la sostiene con su gracia y le da la fuerza para seguir adelante, para afrontar los sacrificios y superar todo obstáculo.
El Papa Ratzinger invitó a los hombres a acudir a Dios "cuando las vicisitudes humanas y las dificultades amenazan con herir la unidad de nuestra vida y de la familia", señalando que el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, alienta a seguir adelante con esperanza.
El Pontífice señaló asimismo que en Cristo crucificado la muerte misma adquiere un nuevo significado y orientación, "es rescatada y vencida, es el paso hacia la nueva vida".
También dijo que la Resurrección de Cristo muestra el triunfo definitivo del amor, de la alegría, de la vida, sobre el mal, el sufrimiento, la muerte.
Como en años anteriores, Benedicto XVI presidió el rito de rodillas desde la colina del Palatino, frente al Coliseo.
El cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, llevó la cruz en la primera estación. Un joven y una joven de la diócesis de Roma le acompañaron a cada lado con una antorcha.
Después el símbolo de los cristianos fue portado por dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa y de varias familias procedentes de Italia, Irlanda, Africa y América Latina.
Las meditaciones de las 14 estaciones fueron encargadas este año por el pontífice al matrimonio italiano formado por Danilo y Anna María Zanzucchi, de la agrupación Familias Nuevas, cercana al Movimiento de los Focolares.
En las mismas, el matrimonio denunció las traiciones de muchos cónyuges, el no respetar los compromisos adquiridos, las separaciones, divorcios y abortos.
"Sólo tú, Jesús, me puedes entender, me puedes dar ánimo, puedes darme la fuerza que me ayude a no juzgar a mi vez, a no sucumbir por amor de esas criaturas que me esperan en casa y para las cuales ahora soy el único apoyo", imploraron.
También subrayaron el papel de las madres, "siempre disponibles y presentes, de las que por desgracia a veces nos olvidamos, pero a la que siempre acudimos cuando la necesitamos", y el de los hijos, abogando para que sean educados en la sobriedad, el sacrificio y la renuncia.
El Viacrucis del Coliseo fue instaurado en 1741 por orden de Benedicto XIV. Tras decenas de años de olvido, en 1925 volvió a celebrarse y en 1964 Pablo VI acudió al anfiteatro para presidirlo. Desde entonces, todos los años acude el sucesor de Pedro.
Este Viernes Santo el Papa presidió también en el Vaticano la Pasión del Señor, durante la cual el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, aseguró que el paraíso prometido es "la paz de la conciencia, el mirarse al espejo sin tener que despreciarse".
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