El gobierno de Manila declaró hoy el estado de catástrofe nacional.
La desesperación era cada vez más latente en el centro de Filipinas, donde incontables cuerpos yacían en el suelo, esparcidos en terrenos baldíos, cuatro días después del paso de ""Haiyan"".
"Todo está destruido", afirmó el general estadounidense Paul Kennedy, que llegó a Leyte llevando consigo 90 Marines y dos aviones C-130 llenos de víveres y material, el principio de una ayuda estadounidense que contará luego con MV-22 Osprey. Washington anunció además una ayuda humanitaria de 20 millones de dólares.
El Reino Unido enviará un destructor y un avión de transporte militar para participar en las operaciones de rescate, anunció hoy por la noche el Primer Ministro británico David Cameron. Londres desbloqueará también una ayuda de 10 millones de libras (12 millones de euros), añadió.
Los servicios de auxilio multiplicaban sus esfuerzos por distribuir carpas, víveres y medicinas en Tacloban, capital de Leyte, y ciudad costera de 220,000 habitantes, que ahora no es más que un campo de escombros, en donde flota en el aire el olor de cuerpos en descomposición.
Las operaciones se veían obstaculizadas por saqueos y el nerviosismo extremo de habitantes hambrientos, sin agua ni electricidad. Tiendas de alimentos y un convoy de la Cruz Roja fueron saqueados.
Cientos de militares y policías fueron desplegados el lunes para restablecer el orden.
"Queremos que una brigada organizada y coordinada recoja los cadáveres, traiga comida y ponga fin a los saqueos", dijo a la AFP un sobreviviente, Joan Lumbre-Wilson, de 54 años, en uno de los centros de ayuda.
"Han pasado cuatro días. Queremos agua y comida. Queremos que alguien nos ayude. Estamos física y emocionalmente agotados. Hay bebés y niños que necesitan atención", dijo.
Según la UNICEF, 4 millones de niños filipinos sufren de las consecuencias del tifón "Haiyan".
"Vamos a enviar ayuda a los niños, que son las primeras víctimas de esta crisis", declaró el representantes en Filipinas de la agencia de la ONU.
Para la niñez, Tomoo Hozumi. "Pero llegar a las zonas más afectadas es muy difícil. Estamos trabajando 24 horas al día".
El balance de muertos sigue siendo difícil de determinar, debido al caos provocado por el tifón y al aislamiento de varias zonas, de las que aún no se han recibido noticias.
Un alto responsable de la policía de Tacloban, Elmer Soria, evocó el domingo un balance de 10.000 muertos en Leyte. El gobernador de Samar, punto de entrada del tifón, confirmó por su parte la muerte de 433 personas, un balance probablemente subestimado.
En otros pueblos y provincias devastadas por "Haiyan" también se anunció la muerte de decenas de personas.
En Varsovia, donde se abrió este lunes la XIX conferencia sobre el clima de Naciones Unidas, el negociador filipino decidió hacer huelga de hambre hasta el 22 de noviembre para obtener avances en la lucha contra el cambio climático.
"En solidaridad con mis compatriotas que luchan para encontrar alimentos (...) voy a comenzar un ayuno voluntario", declaró Naderev Sano.
Varios gobiernos han prometido ayuda ante el alcance de la devastación, que algunas agencias humanitarias están comparando con los daños provocados por el terremoto de 2010 en Haití.
Además de Estados Unidos y Gran Bretaña, varios países y organizaciones, como la Unión Europea y la ONU, propusieron ayuda financiera o material, que podría ser necesaria durante años.
Asimismo, Australia va a donar cerca de 10 millones de dólares, y el papa Francisco anunció una primera contribución de 150.000 dólares.
"Haiyan" es considerado como uno de los tifones más violentos que jamás haya tocado tierra. De categoría 5 cuando llegó a Filipinas el viernes de madrugada, su intensidad pasó a la categoría 1 al llegar a Vietnam el lunes por la mañana.
Filipinas se preparaba el lunes a la llegada de otra tormenta, que amenaza con traer fuertes precipitaciones a la provincia de Leyte y otras zonas gravemente afectadas por el tifón "Haiyan".
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