Raúl Macías, Foto: Luis A. Barrera
La fría mañana era el presagio de una desgarradora historia que se escribiría en el corazón de la ciudad de México. A sus 11 meses de edad, el pequeño no conocía de los peligros; ayer se despertó como cualquier día y como siempre recibió todo el cariño por parte de sus padres, pero su destino ya se encontraba trazado y a las pocas horas perdió la vida al ahogarse dentro de un bote de agua.
Se desconoce a ciencia cierta quién fue la persona que lo encontró en el interior del tambo; solamente se recuerdan los gritos desgarradores de la mamá del niño al salir corriendo de la vecindad con el frágil cuerpo en sus brazos. Con lágrimas en los ojos pedía que alguien le ayudara a salvar a su pequeño y esto alertó a los transeúntes y a unos uniformados que se encontraban cerca.
Destrozada por dentro, la madre lloraba e imploraba a Dios por qué se lo arrebataba; era reconfortada por unas vecinas que salieron detrás de ella, de la vecindad; ya todo estaba escrito, el menor perdió la vida; quizá por un descuido, por ello, los uniformados de la SSPDF trasladaron a la señora ante el agente del ministerio público de la Coordinación Territorial CUH-4 para deslindar responsabilidades.
Ahí no acababa esta triste historia. Minutos más tarde llegó el padre del menor; al estar colocadas las cintas para resguardar el área donde estaba el cuerpecito tuvo que estar a unos metros de distancia. En cuclillas y con las lágrimas rodando por sus mejillas, el hombre no daba crédito a lo que observaba: su angelito, al que en la mañana saludó con gran alegría, ya no estaba.
Sentía la nostalgia, el dolor, la pesada ausencia del ser amado; de quien se tuvo en los brazos y fue la alegría del hogar. Ahora deja un gran hueco y una herida que tardará muchos años en sanar; desde donde se encontraba observaba la imagen que nunca podrá olvidar; la imagen que ningún padre quiere ver a lo largo de la vida, pero que ayer este hombre vivió en carne propia.
Llegaba el momento del adiós momentáneo, de la ida al Servicio Médico Forense, de que se cumpliera con todos los protocolos antes de que el cuerpo del bebé le fuera entregado a su progenitor. Y ya en la intimidad de su hogar y acompañados de familiares, este día velarán al angelito que Dios llamó para que embelleciera el cielo y conviviera con otros angelitos y querubines
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