Raúl Macías
Su paso tranquilo, como si un pie le pidiera permiso al otro para moverse; era entendible, a sus 90 años doña Felipa se apoya de un bastón para desplazarse. Sus "dolencias", como llama a sus enfermedades, no fueron la causante para no ir a visitar a su "viejito" al panteón; en la tumba pidió le ayudaran para acercarse y en un descuido, en su mano aferró un poco de tierra que cobija al ser amado.
De nuevo pidió ser ayudada para incorporarse, y al estar de pie comenzó a dirigir a los hijos y nietos para que limpiaran la humilde tumba; ésas donde las flores se dejan a flor de tierra, donde los floreros son latas de chiles; pero en donde igual se llora que en un mausoleo.
Aquí las rosas, claveles y cempasúchil son regadas con lágrimas, con líquido salado que sale del alma.
Metros adelante, quizá en otros panteones se vivió el mismo sufrimiento de la ausencia; en todas las tumbas que se encontraban adornadas había flores que fueron regadas por las lágrimas de los familiares; se recordó a la madre ejemplar, a la amiga, a la confidente, pero también al padre, a quien desde pequeños los llevó entre los brazos, que hizo todo a su alcance para no verles sufrir.
Era el momento menos deseado, donde se entienden las letras de las canciones, donde se cantan con el alma, con el corazón destrozado; donde cada estrofa marca más la cicatriz del recuerdo de quien no se encuentra en la tierra, "pero sí en nuestros corazones", aseguraban quienes en momentos secaban sus lágrimas y sonreían, pero que no podían sacar ese nudo que se les hacía en la garganta.
regresaron
al mas alla
Los caminos elaborados con flores de cempasúchil, hoy serán retirados de las afueras de los hogares en Tláhuac, así como también las lámparas tendrán que dejar de alumbrar, porque los pobladores volvieron a cumplir con sus seres queridos, les indicaron con flores y luz su paso hasta donde vivieron, en donde les aguardaron los alimentos que más les gustaban en vida.
Pero ayer regresaron al más allá; a donde reposan las almas que dejan un dolor dentro de sus parientes que gustosos los esperan todos los años en días de los fieles difuntos.
El pasado sábado se cumplió con el cuidado de las tumbas de los niños; de los angelitos que recibieron como ofrendas cientos de dulces y rebanadas de pastel; eso sin olvidar sus globos y juguetes.
Mixquic ayer vivió una madrugada y resto del día lleno de algarabía; las familias en el panteón se encontraban en plena reunión con las almas de sus seres queridos. Bailaban y en completa armonía se dispusieron a degustar los alimentos que fueron preparados especialmente para los ausentes, aunque también los deudos llevaron el "itacate" y en algunos casos, el "pomo".
Pero en otras tumbas había personas rezando y limpiando la lápida, mientras que los niños se escapaban por momentos y dejaban a los adultos en su triste penar.
Muchos de los fieles en las tradiciones mexicanas, permanecieron en el camposanto; ahí, como si fuera la vez del deceso, velaron a sus familiares, incluso hubo quienes "platicaban" con ellos y les decían cómo les va en la vida terrenal
.Así fueron pasando las horas, entre el dolor y las tradiciones; pero cuando iba cayendo la noche la gente comenzó a sentir más el dolor, faltaban un par de horas para que se dijeran "hasta pronto", o hasta el año siguiente.
Por su parte las autoridades señalaron que fueron más de más de 200,000 personas las que acudieron este fin de semana a Mixquic, donde se viven las tradiciones, donde la muerte es respetada, pero sobre todo, donde se le alumbra el camino a sus fieles difuntos para que lleguen a convivir con ellos, para así, luego de dos días, despedirse de ellos y desearles un camino lleno de luz y bendiciones
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