Raúl Macías, Foto: Luis A. Barrera
Para la familia nada será igual en el inmueble donde compartían todo con María Guadalupe y su hija; se les informó que en el cruce de las avenidas Las Brisas y Ventisca, en la Colonia Acueducto de Guadalupe, se encontraban los cuerpos inertes de ambas. Sergio "N", el chofer de un camión de la ruta 88 con placas 916-024, las privó de la vida, pero fue asegurado por la policía.
A escaso un metro de distancia se encontraban; aun ni así la muerte logró separarlas; parecían como recostadas, como si fuera una pesadilla para sus familiares. Pero lo cierto era que juntas salieron a realizar unas compras, y juntas partieron en el eterno descanso; quedando el dolor en sus familiares que no daban crédito al desgarrador cuadro.
María Guadalupe y la pequeña se desangraron a consecuencia del fuerte golpe que recibieron, su muerte fue instantánea, y expectantes se encontraban algunas personas en los puestos semifijos que había en una de las aceras de la referida dirección en el perímetro de la Delegación Gustavo A. Madero, quienes dieron aviso a los gendarmes para que protegieran los cuerpos.
Las trenzas de la pequeña no cubrieron su rostro, a diferencia del cabello de su mamá que medio la taparon; al descubierto quedaba la cara inocente de la niña cuyos sueños fueron robados; de un golpe certero su vida se extinguió.
Hoy no será Nochebuena para los familiares de María Guadalupe y su hija; en ese hogar estará presente el frío del adiós, el dolor de la tragedia, las lágrimas que mojan la ropa, pero que destrozan el alma; porque la mujer salió acompañada de su hija a realizar unas compras de última hora, y regresaron juntas, pero espiritualmente, porque la muerte las alcanzó en la calle
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