Patricia Carrasco
En el Día de la Familia, la Iglesia Católica afirmó que entre sus grandes retos está cuidar a los hogares heridos y a los que han perdido el rumbo como las familias monoparentales, las que emanan de orientación homosexual y aquellos que han decidido disminuir la natalidad.
"El reto de preocuparnos por quien viven en matrimonio civil o sólo en convivencia, el reto de sanar las heridas formados por separados, divorciados, no vueltos a casar o divorciados vueltos a casar y familias monoparentales, el reto de dar atención pastoral a personas con orientación homosexual, el reto de la transmisión de la vida y disminución de la natalidad, y el reto de la familia y educación de los hijos en la evangelización", afirmó el arzobispo primado de México.
En la misa dominical en la Catedral Metropolitana, el prelado llamó a defender a la familia entendida como la unión de un hombre y una mujer.
Refirió que las familias necesitan mejorar ante la sociedad individualista que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada uno de los componentes como una isla, propiciada por la crisis de la fe y la soledad.
En el segundo domingo de Cuaresma coincide este año con el primer domingo de marzo, en el que celebramos en toda la República mexicana el Día de la Familia, precisó el purpurado.
De modo especial la familia tiene que ser capaz de encontrar el sentido de su vocación y de su misión en la sociedad actual. Se habla de una sociedad individualista que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada componente de la familia como una isla, agregó.
Ante los fieles que acuden a la Catedral, el arzobispo citó que quizá uno de los mayores riesgos que corre la familia en su conjunto y en cada uno de sus miembros es el de la soledad. Pero la soledad de la familia no se cura automáticamente, necesita volver a comprometerse en el establecimiento de los vínculos entre las personas y de los vínculos con Dios para salir de esta situación.
Externó que el gran mensaje de este segundo domingo de cuaresma es precisamente la invitación a mirar a Cristo para hacer de él el criterio de las realidades humanas entre las que vivimos, porque, como nos dice el Papa Francisco: cada vez que volvemos a la fuente de la experiencia cristiana se abren caminos nuevos y posibilidades inesperadas.
"Pero no estamos solos. Dios está con nosotros. El nos guía. El nos dio a su hijo en la familia de Nazaret para que siempre caminemos con esperanza", indicó.
Experimentemos la certeza de que aunque a nuestro alrededor muchos proclamen la muerte de la familia, "nosotros nos cimentamos en el amor que resucitó a Jesús de entre los muertos. Y esto nos llena de esperanza", concluyó
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