Raúl Macías, Foto: Sergio Vázquez
En pleno siglo XXI en la ciudad de México se registra un caso de esclavitud, gracias a que logró escapar de un grupo de explotadores, la víctima acudió de inmediato a interponer una denuncia penal, donde relató todo el sufrimiento que -desde hace dos años en que llegó a un negocio de una familia a pedir empleo- vivió en el sitio donde fue encadenada y golpeada salvajemente.
A través de una conferencia de prensa, se dio a conocer que una joven se encontraba en busca de trabajo para poder salir adelante, esto la hizo recorrer las calles del Distrito Federal; en su caminar encontró una tintorería que se localiza en la calle Izamal, Manzana 134, Lote 22, Colonia Lomas de Padierna, Delegación Tlalpan, vio un letrero en donde se solicitaba ayudante.
Terminando la jornada laboral que era excesiva, a la víctima la encadenaban para que no se escapara; cuando se quejaba, la golpeaban salvajemente hasta que la bañaban de sangre. Cuando en las heridas se formaban costras, esas personas se le acercaban y se las arrancaban para que volviera a sangrar, cometidos esos abusos se reían de la pobre mujer que buscó trabajo y encontró la esclavitud.
Fueron dos años de sufrimiento, de aguantar humillaciones, de permanecer encadenada, de no desear otra cosa que la muerte. Pero llegó el día en que su vida tenía que cambiar, en un descuido del quinteto que la mantenían esclavizada, como pudo salió a la calle y de inmediato fue en busca de la protección de la PGJDF y que castigaran a esas personas que le robaron dos años de su vida.
La PGJDF informó que en la averiguación previa iniciada en la Fiscalía Central de Investigación para la Atención del Delito de Trata de Personas, quedaron asentados los dictámenes de los diversos estudios que se le practicaron a la víctima, de 22 años, los cuales reflejan que la joven tiene un aspecto físico de 14 años, pero sus órganos internos y funciones de los mismos representan a una persona de 81 años, debido al daño que se le causó durante su cautiverio.
"En su declaración, la mujer señaló que le daban de comer muy poco, una vez al día, pero debido a que trabajaba incansablemente encadenada a la planchaduría masticaba el plástico con el que cubría las prendas de vestir que planchaba, y lo comía para mitigar su hambre. Cuando pretendía apoyarse en la plancha para descansar un poco, era golpeada con una llave estilson, una mano de molcajete, un lazo y hasta con alicatas".
El agente del ministerio público ordenó el traslado de las mujeres al penal de Santa Martha Acatitla y del sujeto ante un juez penal en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente
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